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2010/10/18

¿Para qué hace falta WiFi en los ereaders?

Yahoo!

Nota previa: el texto de este post es lo suficientemente largo como para que crea que tenga sentido ofrecer la versión .mobi (para Kindle), .epub y .fb2. Si vuestro ereader accede a Internet deja de tener sentido descargarse la versión adaptada, claro.
Habréis podido comprobar que, con la sola excepcion de Sony, los últimos ereaders que han salido al mercado con ganas de ser vendidos incorporan wi-fi. Y conociendo la historia industrial de Sony, desde el Betamax hasta el MemoryStick, pasando por el MiniDisc y el Universal Media Disc, lo de excepción parece más una maldición bíblica que otra cosa.
Sea como fuere, y hasta que vengan los ereaders con nuevas pantallas a color (los "dispositivos de convergencia" entre tabletos y ereaders de los que os hablé en el último post acerca de Mirasol), parece que la siguiente big thing es la conexión por wi-fi.
La pregunta con la que titulo este post tiene todo el sentido. De hecho, es la base de la evolución de los ereaders. Antes de preguntarse ¿para qué los ereaders?, hubo que preguntarse ¿para qué un teclado en un ereader? A esta primera pregunta no ayudaba en absoluto el diseño ortopédico del primer Kindle y su teclado en cascada
Más allá del espanto visual de ese teclado, la pregunta que muchos se hicieron fue ¿Para qué el teclado? que se conectaba implícitamente con otra pregunta implícita, verdaderamente en las raices, esencias o subsuelos de los primeros ereaders: ¿Para qué necesita un teclado un libro?
Un libro no tiene teclado, y un ordenador no es un libro. Esa contradicción conceptual tuvo sentido en su momento, mientras se lograba independizar el libro como texto de su continente físico. Echando la vista atrás, parece inevitable que los primeros ereaders imitaran lo más textualmente posible a los libros previos, a los p-books, no sólo por bajar la sensación de extrañeza y alienación de su imaginado comprador, sino porque la radicalidad en el diseño de productos de consumo se lleva mal con los encorbatados temerosos.
Kindle fue el primer lector de éxito con teclado. Hay que volver a decirlo: dejemos el espanto a un lado (mirando, por ejemplo, el Kindle 2, que a su lado es bello). Amazon metió un teclado para poder comprar ebooks con comodidad desde el propio aparato, pero el teclado ganó rápidamente una función más importante (para el usuario): anotar y subrayar con comodidad, algo imposible hasta la fecha. La fijación en imitar fielmente al libro de papel impidió a los diseñadores precedentes implementar con comodidad dos funciones indispensables para el estudio y para el trabajo con textos. De hecho, se llegó a implementar un lápiz para subrayar y anotar el ebook exactamente igual a como se hace con el libro de papel... sin contemplar el resultado real, que no era otro que la utilidad del subrayado y anotado era terriblemente limitado (las marcas no se exportaban de forma útil).

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