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2010/10/20

Los franceses lideran la batalla contra los recortes en Europa

BBC Mundo

Las protestas y bloqueos contra la reforma de las pensiones en Francia, que continúan este miércoles, colocan al país en el centro de la batalla por los ajustes económicos en Europa, que muchos creen que amenazan una forma de vida única en el mundo.
Los choques que se observaron el martes entre manifestantes y policías en varias ciudades francesas fueron similares a los que ocurrieron en Grecia más temprano en el año, cuando la nación estaba en cuidados intensivos.
Pero en Francia, un país con fuerte tradición de protesta callejera y sensibilidad por los derechos laborales, la disputa por el plan de aumentar la edad de jubilación tiene un cariz especial y marca el momento más delicado del presidente Nicolas Sarkozy.
"Hay una angustia social que es siempre mayor en Francia que en las otras naciones europeas, porque hay una tradición muy grande de Estado fuerte y protector", le explicó a BBC Mundo el analista político francés Jean-Luc Parodi.
"Cuanto más se siente que el Estado se vuelve menos fuerte y protector, mayor es la inquietud entre los ciudadanos", agregó Parodi.

Equilibrio francés

Francia es uno de los países desarrollados donde los trabajadores se retiran a edad más temprana: los hombres lo hacen en promedio a los 59 años, según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).
Pero Sarkozy sostiene que esto, como la semana laboral francesa de 35 horas, es un privilegio difícil de mantener en una nación donde la población envejece cada vez más y en un mundo competitivo.
Para acabar con el creciente déficit del sistema francés de pensiones, el gobierno propuso subir de 60 a 62 años la edad mínima de retiro y de 65 a 67 la edad para recibir una pensión estatal plena.
El proyecto está a punto de recibir la aprobación definitiva del Senado.
Sin embargo, muchos franceses parecen rechazar la idea de que deban trabajar más para adaptarse a las reglas de otros países y consideran que los derechos laborales ganados a lo largo de la historia son irrenunciables.
A su entender, esas prerrogativas garantizan el equilibrio justo entre trabajo y tiempo dedicado a la familia, a cultivarse o simplemente al ocio.

"Guerra civil fría"

La tensión en Francia aumentó considerablemente en los últimos días, al punto que muchos comienzan a sentir el mismo clima que se respiró en el país en otros tiempos de agitación y crisis política.
Cientos de miles de franceses han marchado en cada una de las seis jornadas de protesta organizadas desde septiembre contra la reforma de las pensiones.
La última, el martes, reunió a 1,1 millones de personas según la policía y a 3,5 millones según los sindicatos.
Las encuestas sugieren que una amplia mayoría de los franceses respalda las protestas y casi tres de cada cuatro quiere que el gobierno de marcha atrás con la reforma.
El ambiente se ha crispado más con la falta de combustibles por paros y bloqueos en refinerías, que causaron el cierre de 4.000 estaciones de gasolina, y por la incorporación de los estudiantes a las protestas.
En una semana, los detenidos por la policía durante los incidentes suman 1.400.
Sarkozy llamó a la calma, pero dijo que seguirá adelante con el proyecto, una reforma clave de su gestión antes de buscar posiblemente su reelección en 2012.
De esta forma, el presidente descartó la posibilidad de dar marcha atrás ante la presión de la calle, como ocurrió con reformas previas de las pensiones y de las normas laborales francesas en 1995 y 2006.
"Hemos llegado a una situación que es muy mala en el conflicto de guerra civil fría, donde no vemos bien cómo cada uno de los protagonistas puede retroceder", evaluó Parodi.

Bajar a la calle

El panorama es más delicado si se considera lo que Parodi definió como "una pérdida de legitimidad terrible" de Sarkozy, quien -según una nueva encuesta de BVA- genera opiniones negativas o muy negativas en 69% de los franceses.
"Probablemente va a batir el récord de impopularidad de un presidente en la Quinta República francesa", dijo.
Jean-Marie Pernot, del Instituto Investigaciones Económicas y Sociales (IRES por sus siglas en francés, vinculado a los sindicatos), le comentó a BBC Mundo que hay una creciente "percepción de que el poder político está al servicio de los ricos y poderosos".
Pernot afirmó que esa noción ha sido abonada, por ejemplo, con las devoluciones de impuestos que Sarkozy dispuso para los más ricos o con el rescate de bancos durante la crisis financiera.
"El tema de las jubilaciones tiene una resonancia importante para los asalariados franceses, pero interviene en un clima social y económico que se degradó en los últimos años, en particular desde 2008".
Debido a esto, el centro de gravedad del poder en Francia bascula una vez más entre las oficinas de gobierno y las calles, donde los gremios se han apuntado más de una batalla en el pasado.
"Los sindicatos tienen la opción de estar de acuerdo con la reforma o salir a la calle", dijo Pernot. "Y en Francia, es cierto, tenemos una cultura política de bajar a la calle quizás más fácilmente que en otros países europeos".

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