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2010/10/20

Demasiado 2.0 para los políticos

El Pais

Un formato nuevo, directo, y fresco: un debate-entrevista en Twitter , la plataforma social basada en mensajes de 140 caracteres. Acuden los seis partidos catalanes con representación parlamentaria. Pero ni así los políticos han logrado esta tarde mostrar cercanía con los ciudadanos: los problemas técnicos -todo se ha centralizado en una página que ha funcionado a ratos- y la rigidez de las respuestas han convertido una buena idea en un ejercicio soporífero. Solo el propio formato ha logrado animar la tarde: el debate se ha encendido por los comentarios paralelos en Twitter, y en los perfiles de los candidatos en la red social, donde han narrado sus peripecias para superar los fallos.
Pese a basar gran parte de su discurso en la innovación y las nuevas tecnologías, solo tres de los jefes de filas han participado directamente en el debate. Artur Mas, líder de CiU, ha delegado en Joana Ortega, su número 2 por Barcelona. Tenía "otro trabajo", según un portavoz. El presidente, José Montilla, ha cedido el testigo a la consejera de Sanidad, Marina Geli, que ha asegurado que respondía "como proyecto socialista"; Montilla estaba viajando en ese momento de Madrid a Barcelona. Y el secretario general de ICV, Joan Herrera, tenía programado un acto a la misma hora y ha respondido en su nombre la portavoz del partido, Dolors Camats.
Albert Rivera, el más suelto
Albert Rivera, de Ciutadans, el candidato con menos participación parlamentaria, ha ganado por goleada. Al menos, ha sido el que más preguntas ha respondido y el más acostumbrado al lenguaje 2.0. Ha sido el más suelto de los seis.
Camats y Geli han tenido reflejos y han sabido sobreponerse a los problemas técnicos -no llegaban ni preguntas ni respuestas- y han optado por un sistema paralelo desde su propio perfil de Twitter para responder a sus seguidores. Sin embargo, igual que les ha pasado a Joan Puigcercós, líder de ERC, y Alicia Sánchez Camacho, presidenta del PP catalán, sus mensajes no se han movido de la rigidez habitual que envuelve el lenguaje político. Tampoco ha habido interacción entre ellos, limitándose a responder solo unas pocas de las decenas de preguntas que recibieron.
En definitiva, el primer debate en Twitter se ha convertido en seis entrevistas paralelas, caóticas, y desesperadamente lentas para la red. 28 respuestas entre los seis en una hora, menos, por ejemplo, que los tweets que generan los diputados catalanes un día de pleno. Los seis participantes, eso sí, valoraron la iniciativa, llamada a mejorar después de una gran acogida. Un aluvión de comentarios y preguntas colapsaron la página que centralizaba los mensajes. El 2.0 entra con fuerza esta campaña, pero está por ver si los políticos logran adaptar su mensaje al nuevo lenguaje.

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