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2010/05/06

Un Silicon Valley cerca de Moscú

Fuente: El Mundo.

Ya hace un tiempo que Rusia intenta atraer brillantes académicos para renovar completamente su economía. La potencia sufre bajo la salida de sus propios talentos, que prefieren irse al extranjero, no sólo por el dinero, sino también por las libertades que allí encuentran. El presidente ruso, Dmitri Medvedev, quiere poner fin a esta fuga de cerebros.
Medvedev hizo desde Internet un llamamiento a la modernización del "atraso del país". Ante las puertas de Moscú el presidente ruso ha mandado construir una ciudad a semejanza de la fábrica de ideas de Silicon Valley, en Estados Unidos. No obstante, es poca la aclamación que hasta ahora ha logrado cosechar.
Por encargo del Kremlin, el multimillonario ruso Viktor Wekselberg hace publicidad para la nueva y espectacular ciudad en el suburbio de Skolkovo. En unos edificios futuristas sobre la autopista se estableció hace poco una nuevo centro de formación de ejecutivos de negocios.
A partir de 2015, entre 30.000 y 40.000 científicos e ingenieros podrán dar rienda suelta a su creatividad en Skolkovo y así contribuir a que Rusia dé un salto tecnológico. Medvedev insiste una y otra vez en que las materias primas del país no son ilimitadas; más allá del petróleo y el gas, el país necesita otros pilares de crecimiento.
A diferencia de China, Rusia prefiere comprar productos de alta tecnología en el exterior, sobre todo maquinaria en Alemania. Hace tiempo que la clase política se escandaliza con el hecho de que muchos productos rusos aparentemente aptos para el mercado terminen fracasando en la práctica.
Los planes apuntan a que eso cambie radicalmente. El Kremlin se imagina a managers, investigadores e ingenieros trabajando a la par por el futuro de Rusia en su propio Silicon Valley, una isla de la libertad.
En el nuevo centro científico-tecnológico del país, considerado el terreno de experimentación más grande de la política económica rusa, deberán establecerse universidades, laboratorios y empresas. "Todos están invitados a colaborar", dice Medvedev. Los cinco campos principales de trabajo son energía, investigación espacial, telecomunicaciones, biomedicina y tecnología nuclear.
El Estado ruso destinará más de 100 millones de euros (128 millones de dólares) a la fase inicial de planeamiento. Y Wekselberg se refirió a un gasto de alrededor de 1.500 millones de euros (1.900 millones de dólares) para los próximos dos años y medio. Según algunos medios, una comisión de modernización dirigida por el jefe de gobierno, Vladimir Putin, dispondría además de un total de alrededor de 15.000 millones de euros (19.000.000 millones de dólares) para el trabajo conceptual sólo para el año 2010.
La ciudad de la innovación, o 'Innograd', como la llaman los medios, no será gobernada por un alcalde sino por un fondo, presidido por Wekselberg. No habrá impuestos, ni policías corruptos, ni burocracia arbitraria. En cambio se promociona la libertad, el bienestar con jardines de niños, hospitales y viviendas confortables en un contexto ecológicamente inmejorable.

Esperanza frente a escepticismo

"El milagro es posible", escribe la revista económica 'Wedomosti', invocando al ideólogo jefe del Kremlin, Vladislav Surkov, que también desarrolla proyectos a futuro.
Sin embargo, en los debates en torno a la ciudad del futuro se mezcla también bastante escepticismo. El periódico opositor 'The New Times' recuerda que ya en tiempos soviéticos hubo "cárceles de oro" para científicos, pero que finalmente mucho "know-how" fue robado por el espionaje.
"En sociedades autoritarias no hay progreso, éste sólo puede surgir en contacto con la sociedad", dice el ex campeón mundial de ajedrez Gari Kasparov en vistas al éxito del Silicon Valley en Estados Unidos. Un lugar donde, sin presión del Estado, pudieron surgir nuevos productos informáticas que revolucionaron el mundo.
Como "inmaduros" califica la revista 'Russki Newsweek' los planes de la "colonia para genios". Hoy día Rusia tiene 350 parques tecnológicos, más que Japón, sin que eso contribuya al progreso, añade.
También está claro que a cambio de la inversión de miles de millones el Kremlin querrá ver resultados: productos que cambien el mundo y que aporten sumas millonarias a las arcas del país. Hace años que Rusia intenta, por ejemplo, promover su sistema de navegación global Glonass, para competir con el GPS (Global Positioning System) estadounidense.
Pero siempre hay retrasos. También para Glonass Skolkovo debe representar un salto hacia adelante.

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